Centro Histórico de Quito – Ecuador
«ÉTICA Y NORMATIVAS INTERNACIONALES EN LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO»
La responsabilidad profesional de arquitectos, diseñadores industriales y gráficos en la preservación de valores culturales y estéticos es clave. En un contexto global, las normativas internacionales facilitan la colaboración en proyectos de conservación, respetando particularidades culturales y legales.
La sostenibilidad y conservación abarcan tanto lo tangible como lo intangible, promoviendo prácticas que aseguren la preservación para futuras generaciones. La innovación y tecnología moderna ofrecen herramientas para la conservación, y la ética asegura su uso responsable, respetando valores históricos.
Finalmente, el valor cultural y educativo del patrimonio fomenta el respeto, la valorización y el compromiso de preservarlo. Estos puntos preparan a los estudiantes para enfrentar desafíos profesionales con un enfoque ético y responsable, acorde con las normativas internacionales.
- CARTAS INTERNACIONALES
- CODIGO DE ÉTICA
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De esta clase rescato la primera parte donde pudimos no solo conocer sobre el Patrimonio de otros países de Latinoamerica sino reflexionar sobre cuánto sabemos de estos bienes de valor cultural y/o natural de nuestro país y región. Contamos con tantos registros de nuestra historia, pasado, tradición, origen, cultura junto con lo brindado por la naturaleza que no deja de sorprendernos, muchas veces sin tenerlos más en cuenta.
Continúo sintiendo la inquietud de conocer más sobre qué otras cosas podemos hacer desde mi disciplina, el diseño gráfico, para aportar a la conservación de estos bienes valiosos para el mundo, más allá de los básicos recursos comunicacionales con los que ya contamos. Tenemos un compromiso social, el cual relaciono con el concepto de diseño social dentro de mi carrera, lo cual me hace cuestionar ¿qué más puedo hacer para destacar el valor social y estético?, pensando en balancear la tradición y el progreso para la participación de futuras generaciones en lo que hoy conocemos como patrimonio, tal como lo mencionado en clase.
Es bueno ver de que forma las cartas de la UNESCO proponen reglas para evitar daños, evitan intervenciones por parte de las personas que alteren su valor histórico. Aún así, hay que tener en cuenta que hay turistas y personas en general que visitando estos lugares históricos actualmente siguen generando daños en patrimonios, me intriga saber si estás personas reciben algún castigo por estos incumplimientos.
Considero que el Diseño Gráfico comunica visualmente ideas y valores, tiene cierta responsabilidad ética cuando se vincula con la conservación del patrimonio, es decir, actuar con cierta sensibilidad cultural, el diseñador debe de interpretar y preservar visualmente la memoria colectiva, manteniendo el respeto por las culturas, evitando distorsiones o apropiaciones indebidas que puedan poner en riesgo la integridad del patrimonio.
Lara, muy precisa tu postura frente al diseño, mencionando la necesidad de el diseñador de interpretar y preservar visualmente la memoria colectiva, manteniendo el respeto por las culturas. Sin duda la ética profesional, deberá primar sobre oros intereses, lo que se presenta como un verdadero desafío en este mundo globalizado.
¿Alguna vez te has detenido a pensar si realmente valoramos lo que nos rodea? ¿Necesitamos una ley para recordarnos que debemos proteger nuestros paisajes, las tradiciones que nos identifican y las historias que nos unen? Las montañas en el horizonte, el mate compartido en una ronda, son solo algunos ejemplos de lo que nos hace ser quienes somos.
En clase, algunos compañeros compartieron recuerdos personales que nos tocaron el corazón. Estos momentos fortalecen la conexión entre generaciones y nos recuerdan que nuestra herencia cultural es valiosa. Es como si al compartir estos recuerdos, nos damos cuenta de que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos.
A menudo nos encontramos valorando más lo que otros tienen que lo que tenemos nosotros mismos. Imaginemos que un amigo nos dice: «Vamos a esquiar en los Alpes», y nos emociona la idea de hacerlo en un lugar tan famoso. Sin embargo, en San Juan tenemos una cordillera impresionante que vemos todos los días, pero a menudo no nos detenemos a explorarla. Esto nos hace reflexionar sobre cómo a menudo damos por sentado lo que tenemos cerca, sin darnos cuenta de la riqueza cultural y natural que disfrutamos.
Para apreciar nuestro patrimonio, primero debemos conocerlo y comprender su valor. Como dijo Gustav Mahler, «la tradición no es la adoración de las cenizas, sino la preservación del fuego». Esto significa que no basta con recordar el pasado; debemos mantenerlo vivo y relevante para las generaciones futuras. Al preservar el fuego de nuestra cultura, nos aseguramos de que siga iluminando el camino hacia el futuro.
Cuando valoramos algo, no nos callamos; queremos compartirlo con el mundo. Nos convertimos en promotores de las costumbres que nos definen. ¿Qué recuerdos queremos dejar a las nuevas generaciones? ¿Qué legado queremos construir? ¿Cómo podemos equilibrar la preservación del pasado con la innovación del presente? ¿Y cómo podemos crear nuevos recuerdos que sigan fortaleciendo nuestra conexión con el patrimonio cultural y natural?
Gandhi dijo: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo». Estas palabras nos desafían a ser los arquitectos de nuestro propio destino y del mundo que queremos construir. Al ser guardianes de nuestra herencia cultural y natural, nos aseguramos de que estas historias sigan siendo contadas y celebradas por las generaciones venideras. Entonces, ¿qué estamos esperando para empezar a valorar lo que ya tenemos?
Hebe, muy bien planteada tu reflexión haciendo referencia a un gran líder y pensador como Gandhi, enseñando a mirar más allá de lo inmediato. Nuestra formación nos debe conducir a repensar, sobre nuestro rol como ser humano en el día a día, frente al mundo que nos contiene; del cual somos parte y no sus dueños. Tal como dice, seamos el cambio que queremos ver en él. Muchas gracias.
Sobre esta última clase, destaco el desarrollo con que se puso en evidencia cómo cada lugar encierra dentro de sí un valor y que no hace falta viajar a Europa para encontrar lugares que despierten en nosotros orgullo y fascinación.
Personalmente, un momento en el que me vi muy reflejada fue al escuchar a la arquitecta hablar con tanta admiración sobre Huaco, ya que me sucede lo mismo con la ruta camino a Barreal, lugar donde siempre encuentro belleza y un sentimiento de pertenencia porque allí viven mis abuelos.
Algo que despertó en mí curiosidad durante la clase fue la gran implicancia que tiene la religión y la espiritualidad en la forma de determinar si un lugar puede ser considerado Patrimonio. Entender que existen lugares que encierran un valor social tan fuerte que son capaces de generar movilizaciones que logran trascender me pareció imponente y me ubicó en un planteo interno sobre cómo puedo aportar desde mi disciplina.
¿Cómo puede el Diseño Gráfico ubicarse en estos entornos y respetar sus tradiciones? ¿Qué aporte puede hacer la comunicación visual allí, si ya
por sí mismos los Patrimonios comunican mucho? ¿Cómo puedo contribuir significativamente a estos lugares sin caer en la redundante solución de hacerlo mediante la señalética?
Por último, destaco la importancia de que existan cartas que avalen la seguridad, preservación y cuidado de nuestros Patrimonios, y que varias involucren dentro de sí una mirada sostenible para nosotros y quienes nos suceden.
Camila, tu reflexión tal como lo expresas, deja ver el sentimiento de pertenencia que está abonado con la intangibilidad de los afectos, es una instancia que hace que cada bien pueda ser reconocido como propio y valorado por la comunidad que lo posee. Cuando los bienes son valorados adecuadamente por la comunidad, las acciones de conservación se tornan más accesibles. Muchas gracias.
Muchas veces miramos lejos buscando inspiración, cuando en realidad, la conexión más profunda suele estar anclada en lo cercano. La tierra que pisamos, los paisajes que nos vieron crecer, las voces que nos formaron. Todo eso también es patrimonio, pero no siempre lo reconocemos como tal.
El verdadero valor de un lugar no se mide por su fama o por cuántas fotos hay en internet. Se mide por lo que despierta en las personas que lo habitan o que lo recuerdan con afecto. Hay una belleza silenciosa en los caminos polvorientos, en los rituales familiares, en las historias que sólo se cuentan al calor de una sobremesa. Cuando algo nos genera arraigo, ya está comunicando su valor cultural. Cuidar estos espacios implica más que conservar estructuras. Implica sostener un legado. Las cartas internacionales, las leyes, los marcos de protección son necesarios, pero insuficientes si no se despierta también una conciencia colectiva. Y ahí entra en juego la comunicación visual como puente entre generaciones, para que el mensaje viaje.
Quizás el desafío más grande no es inventar cosas nuevas, sino aprender a ver con nuevos ojos lo que siempre estuvo ahí. Y cuando lo logramos, sentimos algo distinto: no solo orgullo, sino una especie de responsabilidad afectiva. Como si nos tocara ser los guardianes de algo que no nos pertenece del todo, pero que debemos cuidar para quienes vienen después.
Como diseñadores creamos productos o piezas comunicacionales para las personas, situadas en un lugar y cultura. Para eso es necesario estudiar y conocer para quien y para donde diseñamos, conocer su patrimonio y ser respetuosos con ello. A fines de preservarlo y que esté no caiga en el olvido o el descuido. Considero que el rol de la Unesco es fundamental para promover la preservación de lugares y costumbres con valor para la Humanidad.
Mateo, tu reflexión hace referencia a la necesidad de empatizar plenamente con esas personas, situadas en un lugar y cultura. Prestando un servicio desde el diseño, donde se prioricen los intereses reales de la comunidad involucrada por encima de los mercantilismos. Sin dudas, este es el primer paso para dar un tratamiento respetuoso al patrimonio, en el marco de la preservación del ambiente. Muchas gracias.
Lo que rescato de la clase de hoy es el abordaje que se hizo sobre los patrimonios de otros paises de Latinoamérica, esto me llevo a pensar, reflexionar sobre nuestro patrimonio tanto nacional como provincial, la importancia de conocer los bienes tanto naturales como culturales y ponerlas en valor, para cuidarlos para las futuras generaciones. Creo que desde la disciplina del diseño grafico debemos preguntarnos más como podemos preservar y respetar tanto el valor estético como el valor social del patrimonio, para ser más responsables como futuros profesionales
Honestamente, me gusta intentar adaptar la mayoría de los conceptos nuevos que voy incorporando a mi carrera, que es la arquitectura. Desde esa perspectiva, entiendo que el patrimonio no se presenta únicamente como algo que debe conservarse, sino como un entramado de espacios, materiales y memorias que siguen latiendo si sabemos habitarlos con respeto y conciencia.
En cada clase que pasa, se vuelve más evidente para mí que no alcanza con saber que existen; necesitamos comprender cómo se sienten, cómo cambian, cómo pueden transformarse sin perder su esencia. Pienso que nuestro rol como futuras arquitectas no se limita a proyectar lo novedoso, sino a tener la sensibilidad suficiente para leer lo preexistente. Restaurar no es simplemente reconstruir, sino también interpretar. Intervenir no debería significar borrar, sino dialogar. Es un gesto sutil, casi poético, donde el presente conversa con el pasado sin imponerse.
Cuando en clase se compartieron recuerdos personales y se profundizó en el tema, entendí algo que antes no tenía del todo claro: el patrimonio no es solo lo físico. También lo son las costumbres, los relatos, las formas de ver el mundo. No sabía que lo intangible también formaba parte de este concepto, y me abrió una nueva mirada sobre lo que puede ser preservado.
Si hay algo que la arquitectura puede hacer, es justamente eso: dar forma a la memoria, volverla habitable para quienes vendrán. Entonces, ¿qué hacemos con lo que recibimos? ¿Cómo lo sostenemos sin congelarlo? Tal vez el verdadero desafío esté ahí: diseñar sin olvidar. Y aprender a valorar no solo lo visible, sino todo lo que ese lugar representa.
Victoria, efectivamente como lo expresas, nuestro rol frente al patrimonio no se limita a proyectar lo novedoso, sino a tener la sensibilidad suficiente para leer lo preexistente y donde Intervenirlo no signifique borrar, sino dialogar. Si es un gesto sutil, casi poético, donde el presente conversa con el pasado sin imponerse. También donde es preciso ser consientes que con nuestra tarea, estamos prestando un servicio que responde a los intereses de la comunidad involucrada y al valor que la misma le atribuye al bien en cuestión. Muchas gracias.